Anarquía, acracia o ideas libertarias (Reflexiones desde Anarres)

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Insistimos mucho en ello, y si ningún ánimo de ser victimistas; la profunda desvirtuación y gran ignorancia sobre las ideas anarquistas. Es así hasta el punto que la difusión cultural, junto a prácticas en proyectos de todo tipo, son muy necesarias en el movimiento anarquista.

Todavía hoy, insistimos, tal vez demasiado, en depurar los nombres de la «anarquía» y del «anarquismo», que para muchos siguen invocando el peor de los males (desorden, caos…). Las explicaciones, muy sintetizadas, no tardan en llegar para aclarar lo que ha sido y es el anarquismo. De hecho, ante el grado de error que supone el etiquetarse como «anarquista», preferimos no pocas veces otros vocablos, sinónimos, pero de acogida más «amables», como «libertario» o «ácrata». «Libertario», por ser de la familia de la libertad, aunque su significado está siendo también algo pervertido por aquellos liberales radicales que no parecen renunciar a la explotación del trabajo ajeno (una concepción de la libertad, por supuesto, ajena al anarquismo). En  cuanto a «ácrata», que particularmente es muy del gusto del que suscribe, resulta que causa no poca empatía en nuestro interlocutor hasta el punto de afirmar no pocas veces que él también se lo considera; sin embargo, algunas piezas no encajan al comprobar que su concepción política (tan importante o más que de otro tipo) nada tiene que ver con el anarquismo.

Lo dicho, hablar de anarquía y de anarquismo sigue siendo malsonante, de modo lamentable, pero es necesario más que nunca hacerlo y aclarar su teoría y sus prácticas. De hecho, en los comienzos del anarquismo hubo quien aceptó que las ideas eran bellas, pero el nombre elegido desafortunado. Ha pasado ya siglo y medio de aquello, y seguimos con una controversia que obliga a la permanente aclaración. Ya se sabe que Proudhon fue el primero con valor suficiente para adoptar el término, si bien con cierta ambigüedad; no obstante, al parecer, ya hubo socialistas utópicos anteriores, tan radicales, que les etiquetaron como «anarquistas». Kropotkin, en su Palabras de un rebelde, recordaba la polémica de los antiautoritarios en los comienzos de la Primera Internacional sobre la palabra «anarquía» (al pretender escribirlo con un guión intercalado para diferenciarlo de la concepción negativa, que supone ausencia de orden, no de autoridad). Como no podía ser de otra manera, no tardarían en aceptar el término con todas sus consecuencias. Anarquía, el objetivo, y anarquismo, el método, significan sobre todo el principio de la solidaridad. Con una palabra invocamos lo más noble del ser humano. Por supuesto, supone mucho más: solidaridad, apoyo mutuo, libertad, igualdad…Si hay unas ideas que se han opuesto a la tiranía, en cualquier de sus grados y de sus formas, son las anarquistas (o ácratas o libertarias). ¿Alguien, crea o no que es posible una sociedad anarquista, puede seguir sosteniendo el supuesto horror que invoca la anarquía?

El poder, por supuesto, contrario por su propia naturaleza a todo lo que lo niegue o cuestione, se encarga de seguir identificando las ideas anarquistas con caos, desorden y terrorismo. Resulta curioso viniendo de lo que no es más que la violencia institucionalizada. En el imaginario popular sigue calando dicha concepción hasta el punto de escuchar lo necesario del Estado como muestra de nuestro grado de civilización y de la necesidad de otorgarnos leyes. Claro está, en el uso del tiempo verbal está la trampa, son leyes «otorgadas» por más que que usen la ilusión de la elección democrática de los dirigentes. Es tan sencillo como comprender que el anarquismo no es ni siquiera una «ausencia de leyes» (una suerte de anomia), sino el rechazo de que dichas normas sociales surjan de una instancia ajena a los propios interesados (sí, el Estado, por más que trata de adjetivarse como «democrático»). El problema de la comprensión de las ideas anarquistas, insisto, se acepte o no su viabilidad, es parte de uno mucho mayor; la gran incultura política que vive nuestra sociedad, y que el sistema se encarga de mantener amparándose en que no es posible nada mejor (el fin de las ideologías, claro, pero también seguramente de las ideas en general, de la conciencia política y de todo actividad creativa e innovadora).

Por un lado, la ignorancia, por otro la desvirtuación; sin ánimo de ser victimistas, es al parecer el sino de las ideas anarquistas. La difusión cultural, de una manera amplia, es por lo tanto una tarea importante junto a determinadas prácticas que ejemplifiquen el tipo de sociedad que queremos. Como no nos gusta conquistar el poder, tampoco el mediático, y somos amantes de toda empresa horizontal y autogestionada, la tarea se antoja ingente. No obstante, por supuesto, no desfallecemos y ahí seguimos. Ya se sabe que otro de nuestros principios, aunque más por ser también una práctica, es mostrarnos coherentes entre medios y fines; las prácticas anarquistas en la sociedad actual, estatista y explotadora, adelanta lo que nos gustaría que fuera la sociedad de mañana. Tan bello y tan sencillo como eso.

El anarquismo no es una concepción ingenua de la sociedad, ni mucho menos de la condición humana. Es más, puede verse como una filosofía compleja sobre la libertad, la justicia social e, incluso, sobre la propia democracia. Sí, hay anarquistas a los que no les gusta nada la palabra «democracia», precisamente por estar sumamente pervertida por décadas de mala praxis (podemos remontarnos a los orígenes en la Antigüedad para comprender que el asunto es más complejo que la simple elección de gobernantes). En cualquier caso, si existe el término «acracia» en la modernidad debe ser por algo. No obstante, lo que está desacreditado no es la propia democracia, deseable al considerarse sinónimo de mayores cuotas de libertad, sino la democracia parlamentaria limitada a elegir a los gobernantes. La controversia entre democracia y acracia, en cualquier caso, me resulta también muy enriquecedora. A mi modo de ver las cosas, la segunda, «ausencia de gobierno» en lugar de «gobierno del pueblo», resulta una profundización de la primera. Por supuesto, esa mayor libertad para elegir directamente sobre los asuntos que nos afectan debe producirse en un contexto de verdadera igualdad social, y económica, o el asunto se vuelve una falacia. El lenguaje es importante, pero más lo son las prácticas que inciden sobre la realidad.

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Crean la Coordinadora de defensores de Bienes Comunales

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El grupo, que engloba a participantes de todas las provincias del Estado, se hace con el objetivo de coordinar futuras acciones a la hora de impedir el expolio de los comunales, inminentemente con la nueva Reforma Montoro.

Animan a todos los colectivos a sumarse a la defensa de la soberanía comunal,“ necesitamos estar unidos en todas las provincias, frente a la agresión de quienes quieran acabar con la democracia participativa, que siempre ha sido el modo de organización de las Juntas Vecinales. Juntos, desde la solidaridad, podemos crear una red de apoyo mutuo entre las diferentes provincias, para que en el momento adecuado, cuando alguna provincia lo necesite, estemos juntos en acción para apoyarla, por ejemplo, mediante asesoramiento legal o para las acciones conjuntas de los diferentes grupos en los espacios expoliados ( denuncias, desalojos, manifestaciones, concentraciones y apoyo en inmovilizaciones contra el expolio). También conseguiremos un seguimiento de los pueblos y sus recursos comunales cuando tengamos representaciones en todas las provincias para poder controlar la gestión del gobierno en los expolios. Unidos, para evitar que se acabe con la gestión del comunal, tradicionalmente hecha por todos y para todos y con la democracia participativa que da el poder al pueblo por el pueblo y se organiza en conjunto y no individualmente, dando beneficio a todos y compartiendo espacio y vida en común.”

El grupo en facebook está en la siguiente dirección. Entra y participa dando soluciones:

ACERCA DE LA LIBERTAD (CUADERNOS DE NEGACIÓN)

Texto original

Es “la libertad” uno de los conceptos mas ambiguos de nuestro lenguaje. ¿Qué significa? ¿Es no estar dentro de la cárcel o un manicomio? ¿Es no ser un esclavo? En la escuela, cuando nos aplazaban por exceso de inasistencias nos decían que habíamos “quedado libres”. Los economistas hablan de libertad de mercado, los religiosos hablan de libertad de culto, los demócratas de libertad de circulación, de prensa, de reunión, de expresión, etc, etc… Esas son las libertades que conocemos, a las que aspiramos, esas libertad que nos otorgan pero que terminan donde empiezan las del otro. Una libertad basada no en la comunidad entre las personas, sino en el aislamiento ¡Esa es la libertad de este mundo de mierda! Somos presos de la libertad democrática, podemos votar al candidato de derechas, de izquierda o hasta en blanco. Somos esclavos de la libertad capitalista, hemos sido “liberados” de la tierra y de los medios de producción: podemos entonces elegir vender nuestra fuerza de trabajo o reventar de hambre. El burgués también es libre de comprarla, o no. Pero la libertad por la que han luchado y luchan los revolucionarios del mundo, no termina en la otra persona sino que, como afirmaría Bakunin, crece y se expande hasta el infinito. Libertad realizable mediante la destrucción de todo Estado y toda sociedad mercantil, configurando y viviendo una comunidad de seres humanos solidarios, que se reconocen en el otro. La libertad de cada individuo ligada al desarrollo de su comunidad humana, y no enfrentados unos contra otros, separados de su ser colectivo.
“Sí, mil veces sí, ¡liberemos al ser humano de la extorsión de la plusvalía, liberemos a los niños de la escuela y la familia, liberemos a los «paranoicos» y los «esquizofrénicos» de los análisis de sus psiquiatras o sus psicoanalistas, liberemos a los enfermos de la ciencia asesina, liberemos a los recién nacidos de las manos frías y profesionales de los médicos, liberemos a los hombres de toda autoridad jerárquica, liberemos a la sociedad de todo mercantilismo, liberemos al amor de la miseria sexual mercantil, liberemos a los viejos de las necrópolis en las que se les pone durante su «jubilación», liberemos la creatividad, liberemos la actividad humana de la tortura que es el trabajo, liberemos a la mujer del trabajo doméstico, liberemos al hombre y la mujer del machismo, liberemos al ser humano de la religión, del arte, de la economía, de la política, liberemos todo potencial de goce de la especie humana, liberemos a la humanidad de las clases sociales y de todo Estado, liberemos a los prisioneros de todas las escuelas, todas las fábricas, todos los cuarteles, todos los hospitales, todas las prisiones ¡liberemos a todos los proletarios de toda explotación, de toda opresión!”
Grupo Comunista Internacionalista, «La libertad es la esclavitud asalariada»

Anarquismo español y educación (CNT)

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«El anarquismo español dedicó siempre una atención especial a la educación dentro de su estrategia revolucionaria. Baste con recordar el conjunto de resoluciones sobre enseñanza aprobadas por la C.N.T. en sus congresos de 1910, 1919, 1931 y 1936”.

Anastasio Ovejero Bernal | Periódico CNT

Mi intención en este trabajo es traer a la memoria un tema viejo, pero del que aún pueden extraerse grandes enseñanzas para los tiempos que ahora corren. Me refiero a las colectivizaciones libertarias, posiblemente la experiencia de autogestión obrera total más importante en todo el mundo desde la revolución industrial, experiencia que, entre otras cosas, puso en práctica una educación bien diferente de la tradicional, tanto en sus fines como en su filosofía subyacente y en sus prácticas cotidianas.

Si los ilustrados levantaran la cabeza, se volverían rápidamente a sus tumbas. Ellos creían que si se generalizaba la educación en una sociedad, esa sociedad se haría mejor, resolvería adecuadamente sus conflictos y hasta desaparecería la violencia. Pues bien, prácticamente toda la población europea recibe educación escolar hasta los 15 ó 16 años, y millones de ellos siguen estudiando hasta los 20 y los 25 años. Y sin embargo, no se han cumplido en absoluto sus optimistas previsiones. Y es que ellos olvidaron algo esencial: no toda la educación libera. Lo esencial no es la cantidad de educación sino el tipo de educación. Hay una educación que libera y que fomenta el espíritu crítico y hay otra educación que constriñe aún más la mente humana y que empobrece el pensamiento crítico. Así, el capitalismo europeo ha fomentado la educación escolar, pero ha sido una educación cuya finalidad básica es, por una parte, preparar trabajadores eficaces y disciplinados, y por otra, construir ciudadanos dóciles y obedientes. Y por eso ha habido siempre tanta oposición a la implementación escolar de una educación libertaria, hasta el punto de que se llegó incluso a fusilar a Francisco Ferrer.

La Escuela Moderna

Pues bien, lo que pretendieron los colectivistas libertarios fue construir una sociedad igualitaria, cooperativa y solidaria, pero siempre apoyándose en la educación. Porque, según ellos, la transformación social sólo podría provenir de un cambio radical de mentalidad de la mayoría de la ciudadanía, por lo que la educación, tanto la formal como la no formal, inevitablemente se tenía que convertir en el elemento básico y fundamental del proyecto anarquista.

Como es sabido, a la rebelión militar del 17 de julio de 1936 respondió la C.N.T. con la revolución social, que era la consecuencia de varias décadas de educación libertaria obrera. En efecto, quienes levantaron las colectivizaciones habían ido a las escuelas libertarias y habían recibido una educación inspirada en la Escuela Moderna de Ferrer. Desde varias generaciones atrás, los anarquistas españoles, especialmente en Barcelona, habían puesto el acento en la educación. Por tanto, aunque fue un fenómeno espontáneo y totalmente imprevisible, las colectivizaciones no hubieran sido posibles sin el poso que durante varias décadas fue dejando la educación libertaria en miles de trabajadores y sin su convicción de que la transformación radical de la sociedad sólo puede conseguirse a través de la educación y de la cultura. No olvidemos que, como escribe Alejandro Tiana, “ante todo, es preciso señalar que el anarquismo español dedicó siempre una atención especial a la educación dentro de su estrategia revolucionaria. Baste con recordar el conjunto de resoluciones sobre enseñanza aprobadas por la C.N.T. en sus congresos de 1910, 1919, 1931 y 1936”. Fue, en definitiva, el tipo de educación libre, cooperativa, solidaria y crítica que habían recibido miles de obreros anarquistas lo que provocó que, al darse las circunstancias propicias, surgieran espontáneamente las colectivizaciones libertarias.

La mayor parte del movimiento libertario español tenía puestas todas sus esperanzas en la cultura y en la educación como auténtico motor del cambio social. De hecho, como escribía hace unos años Álvarez Junco, “entre los anarquistas, el planteamiento es, en principio, tajante: cada militante debe realizar una ‘revolución interior’, fundamentalmente intelectual, antes de poder aspirar legítimamente a transformar la sociedad…, y sólo cuando, gracias a la cultura, se haya creado un número considerable de seres ‘conscientes’ de sus derechos y liberados personalmente del militarismo, la religión, los vicios y la ignorancia de la sociedad actual, será positiva una acción revolucionaria tendente a derribar las estructuras sociales y sustituirlas por otras en las que esos individuos transformados previamente puedan iniciar la práctica de la libertad”.

Maestros por curas

En resumidas cuentas, la preocupación por la educación y la cultura ocupó siempre un lugar central en el pensamiento político del anarquismo español, impregnando totalmente la ideología e incluso la forma de vivir de sus miembros, hasta el punto de que en cuanto podían abrían ateneos libertarios, escuelas libertarias y editaban infinidad de periódicos. Pero se trataba de una educación que tenía como objetivo último la transformación radical de la sociedad, para lo que promovía ante todo el pensamiento crítico, la libertad y los valores de igualdad y solidaridad entre todos los seres humanos. Y en cuanto tuvieron ocasión, los anarquistas españoles llevaron a la práctica sus ideales en el campo de la educación, tanto a  nivel cuantitativo (aumentaron mucho más aún el número de maestros, de forma que a menudo en un pueblo en el que había tres curas y un maestro, los anarquistas quitaron los tres curas y pusieron cinco maestros; implantaron la escolarización obligatoria hasta los 14 ó 15 años; por ejemplo, en Calanda se pasó de ocho a dieciocho maestros, aumentando el alumnado en un 25% con respecto al curso 1935-1936. ¡Y todo ello en plena guerra! Y teniendo en su contra no sólo a los militares rebeldes, sino incluso al gobierno de la República y a toda Europa.

Pero la empresa educativa de las colectivizaciones no se circunscribió sólo a la educación primaria ni siquiera sólo a la educación formal, sino que también se ocuparon de abrir bibliotecas en todos los pueblos colectivizados, fomentar conferencias y charlas culturales así como la educación de adultos o la implementación de cursos y centros de formación profesional. También adquirieron un cierto auge las escuelas de párvulos y guarderías infantiles, dada la necesidad de atender a los niños y niñas pequeños a causa de la incorporación de la mujer al trabajo fuera de casa para suplir la falta de brazos. Por otra parte, el arte y la cultura general fueron también objeto de diversas iniciativas, con objeto de procurar un ambiente rico y estimulante para el desarrollo integral de la población colectivista (apertura de Ateneos, veladas culturales…).

Finalmente, no deberíamos olvidar algo tan central en la concepción anarquista de la cultura como es la educación no formal que englobaba una muy variada serie de actividades como la educación artística, la divulgación científica y cultural, el desarrollo de una nueva estética, el debate sobre temas de actualidad, la edición de obras literarias o científicas, etc., y que fueron llevadas a cabo principalmente por los propios sindicatos de la C.N.T., por las Juventudes Libertarias, por el colectivo feminista Mujeres Libres y por los Ateneos Libertarios, y siempre bajo la concepción de la cultura y la educación como instrumento de liberación de la clase trabajadora.

Y ésa fue siempre –y lo sigue siendo- uno de los principales objetivos de los anarquistas: propagar una educación realmente libre, cooperativa y solidaria que pueda transformar radicalmente la sociedad, frente a la escuela oficial que lo que pretende es justamente lo contrario, es decir, reproducir tanto las diferencias sociales como la misma sociedad actual desigual e injusta. Y ello sería de gran interés hoy día frente al proyecto opuesto que con tanto éxito el neoliberalismo está implementando en todo el planeta.

* Anastasio Ovejero Bernal, es catedrático de Psicología Social por la Universidad de Valladolid.

Los 4 mecanismos que aseguran por siglos la Crisis Eterna llamada Capitalismo. Posibilidades de las Organizaciones Autogestionadas (PORTAL LIBERTARIO OACA)

Artículo

«Vamos a ser meridianos: Al sistema capitalista le queda pila para siglos. Han diseñado para nosotros un mundo en crisis creyendo que somos animales. Vivimos peor que nuestros padres, nuestros hijos vivirán peor que nosotros: «Si quieres hacerte una idea de cómo será el futuro, imagina una bota aplastando un rostro humano incesantemente. Orwell».

Los revolucionarios del siglo XIX, creían ya que el capitalismo era un sistema caduco y senil y que no tardaría en claudicar ante la voluntad del pueblo y la lógica de los eventos, surgiendo un nuevo mundo de sus cenizas. Ilusos. Nada mejor que los amos del dinero conocen las opciones que el sistema ofrece para reordenarse y reconducir el caos que ellos mismos han creado. Sutiles o grandes maniobras que tienden a mantenernos al límite de nuestras fuerzas, dándonos la sensación de vivir en una Crisis Perpetua; de ahí la sensación general de insatisfacción, frustración y desilusión que nos embarga desde hace 200 años. Tan solo cuatro mecanismos de los muchos que disponen les bastan a las Élites Acaparadoras para mantener por otras tantas centurias la decrepitud con la que el predador sistema nació: manipulación de tipos de interés, control monetario, leyes proteccionistas y políticas demográficas. Simples y efectivos.

A pesar de la ingente maquinaria de alienación dispuesta, el Estado, el mundo está contra los Amos. Cuanto más nos excluyen más nos unimos, despertamos, teniendo ellos que recurrir más frecuentemente a la represión. La realidad física también trabaja en su contra: a pasar del triunfalismo de sus voceros en su voracidad sin fin han alcanzado los límites de crecimiento y de varios recursos estratégicos, como el petróleoagua o algunos minerales, por lo que las próximas crisis puede ser la fatales para su sistema.

Distinguimos un punto de no retorno, la Crisis Global de Desabastecimiento. Muy a nuestro pesar, momento en que el cambio es posible puede que esté más cerca de lo que pensamos por la pura presión de los cambios que se avecinan. Debemos prepararnos y estar a la altura de los acontecimientos.

Mantra: Es necesaria la participación en alguna organización social horizontal.»

*Imagen: fotograma de «Manufactured landscapes»,  Jennifer Baichwal.